Un desastre tras otro en apenas un año. Así es la última campaña que se ha marcado Ricardo Quaresma, que ha fracasado con mayúsculas en su segunda intentona de brillar en los principales campeonatos continentales. Tras triunfar con el Oporto y hacerse vital en la selección portuguesa, su fichaje por el Inter (expresa petición de Mourinho), le devolvía a la élite tras su primer paso por el Barcelona cuando apenas era una promesa.
Sin embargo, el juego de extremos no gustó al técnico y ante la nula capacidad del portugués, Quaresma se marchó cedido en enero al Chelsea donde (sobre todo tras el adiós de Scolari), su fichaje dejó de tener sentido. El jugador ha sido sentenciado al primer nivel y ha confirmado su bajón físico y de rendimiento pues apenas ha tenido apariciones con los Blues pese a la carga de partidos de los londinenses.
Ahora, sin el destino muy bien fijado, escuchando como Mourinho le pide compromiso y dedicación si regresa al Inter y con las sirenas sobre el interés del Benfica (aunque ha rechazado volver a Portugal), Quaresma conoce una oferta suculenta del Zenit de San Petersburgo, que quiere aprovecharse de sus dudas y hacerse con un jugador al que desea moldear, renovar y volver a dotar de confianza.
El internacional luso podría decantarse por el Zenit ya que puede jugar en competiciones europeas, llegaría a un club con aspiraciones muy altas a corto-medio plazo y se encontraría con un compatriota (Danny) que le ayudaría a la siempre difícil adaptación.
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