Siguen turnándose los candidatos a reemplazar a Juande Ramos, como si el manchego estuviera cometiendo algún pecado, en vez de ganar y ganar con una plantilla de medio pelo.
Lo de Carlo Ancelotti es indefendible y, por tanto, ya no se insistirá demasiado en él y, aún menos, con cierta ambición de información rigurosa, porque lo que fue humo, ya no es nada.
Pues bien, el ventrilocuo Florentino Pérez, que tiene más voces que el Maracaná borracho, habría dicho a alguno de sus cercanos colaboradores, que al no poder traerse al italiano, hay que apuntar a alguien con estilo, educado, guapo y rubio, de ser posible.
Es ahí en donde el nombre del chileno Manuel Pellegrini y su fama de "humilde, sumiso y obediente" del cacique de turno, entra en juego. Dicen que a Florentino le gustan las corbatas, el tono y la educación políglota del Ingeniero, requisitos importantísmos para un hombre y un club que viven de las recalificaciones y la imagen.
No sería de extrañar que el magnate del ladrillo decidiera traerse a Pellegrini, después del golpe llevado con Ancelotti, la renovación de Benítez -a quien nunca quiso- y la compostura de Wenger.
Lo dicho, se empeñan en echar a Juande cuando lo único que hace es sostener con un filo hilo a un equipo que está dando el 120 por ciento de lo que tiene, y ni así le alcanza.
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