

La renovación de Pep Guardiola ya sólo depende del propio técnico. La directiva del Barcelona le ha puesto sobre la mesa un contrato en blanco y está a la espera de que rellene los apartados deportivos y económicos para oficializar su continuidad.
Ni forzarán más reuniones ni le presionarán para que se decida.
Los cinco títulos en apenas una campaña son suficiente aval para concederle un crédito ilimitado en años. Nadie entendería que al técnico que todo lo gana, un símbolo de casa, se le negara un incremento de atribuciones o se le limitara las funciones deportivas.
Por tanto, el Barcelona aceptará sus exigencias y la línea que marque, como se hizo en cuanto a la contratación de Dmytro Chygrynskiy, recomendada por el técnico.
Es cuestión de tiempo que se oficialice la continuidad del entrenador. Pep manda. Y quiere seguir mandando... como culé.
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