
"Tuve tantas alabanzas, tantos reconocimientos, que podría haber cambiado... Pero siempre supe que eso no era la realidad. La realidad es tener siempre personas cerca que te dicen "te has equivocado", cuando te equivocas, o "eres un idiota", cuando eres un idiota. Si te repiten constantemente que eres el mejor, el más fuerte, acabas por creértelo si eres estúpido. No debo ser tan tonto, porque rápidamente me di cuenta de que esto formaba parte de la vida de un jugador. Yo no necesitaba de elogios ni de toques de atención. Siempre tuve los pies en el suelo, incluso cuando ganamos el Mundial. Me dije: "Es bonito, sí, pero no es la realidad". Sentí los riesgos. Y los que me aman me mantuvieron en contacto con la tierra. Mi hermano, mi hermana, mi esposa, mis hijos... Me hablan como lo haría un padre o una esposa, no como a Zinedine Zidane", dijo el astro.
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