"Me decepcionó muchísimo salir del club porque tenía una excelente relación con los jugadores. Disfrutaba enrenando a ese equipo, con jugadores muy serios y profesionales. Casillas, Modric, Bale... Con Bale tuve alguna dificultad porque yo hablaba con la plantilla en español, pero es un buen chico. En el Real Madrid te juzgan los resultados, y no puedes ganar títulos todos los años. Menos en España donde está el Barcelona, y donde ahora el Atlético también se ha convertido en un cuadro competitivo. El Real Madrid fue mi trabajo más difícil. Más presión que en el Milan, por ejemplo".
"La peor experiencia de mi carrera, al margen de la final perdida en Estambul con el Milan ante el Liverpool fue el 4-0 adverso ante el Atlético de Madrid porque veníamos de 22 jornadas de imbatibilidad. Todo eso se olvidó el 7 de febrero en el Calderón. Si el entrenador no gana en el Real Madrid es despedido. Si no hubiera ganado la Décima ese mismo año me hubieran destituido. El presidente y el director general vinieron a verme a Valdebebas y entendí que mi tiempo se había acabado porque no me hablaron de futuro. Cuando me comunicaron que tenía que irme traté de estar tranquilo, como a mí me gusta. Tuve jugadores en el Madrid que faltaron al respeto a Paul Clement, mi ayudante, y les dije que no jugaban para mí, que si tenían problemas debían hablar con el Club. Soy un entrenador, un profesor, y trabajar con los jugadores es la parte preferida de mi labor, porque yo también fui jugador".
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