David Dóniga, segundo de Víctor Sänchez en el Málaga CF, ha escrito un nuevo post en su blog bastante emotivo por y para los malaguistas. Será uno más, se lleva todo lo bueno vivido y lo malo lo aparca, lo deja atrás.
Carta de David Dóniga:
Ya estoy de vuelta. Hoy retomo el post semanal que dejé aparcado en Navidad. En ese "hasta luego" previo a las fiestas no se percibía, ni siquiera, lo que podría ser la semilla de lo que me tenía y me tiene preparado, desde su inicio, este 2020 que no ha hecho más que empezar; un año nuevo en el que, además del Niño del Señor, ha nacido un nuevo Yo. Nueve meses, desde el día 14 de abril en que aterrizamos en Málaga hasta el día de hoy, que alumbran un nuevo David; y, como suele ocurrir con todas las experiencias en las que uno pone toda su atención, alumbran también una versión evolucionada de la persona y el entrenador que aparcaba su coche, aquella noche de domingo, recién llegado de Madrid, en la puerta del hotel, con las ilusiones rebosantes de cara al entrenamiento del lunes donde daríamos (como cuerpo técnico) inicio a esos mencionados nueve meses de felicidad y presencia plena en los que hemos tenido el privilegio y la fortuna de trabajar para el Málaga CF. Un tiempo que pone el punto a esta etapa y que, lejos de desde la tristeza, valoro desde la dicha de poder haber sido, al menos, una parte pequeñita y humilde de la historia de este club.
La intensidad y la diversión de los ocho partidos de liga disputados a nuestra llegada es difícil de transmitir con palabras. Proyectos tan comprimidos en el tiempo y con el nivel de exigencia que tenía este obligan a estar cada día al máximo nivel sin lugar a la relajación. La acogida de la plantilla, del grupo de trabajadores del club y de la afición fue increíble. No habrá lugar a poder devolver en mucho tiempo lo que se nos dio en esos dos meses de trabajo. La despedida, el día del Dépor, fue el momento más emocionante de mi vida, deportivamente, solo comparable a alguna situación vital o familiar de calado eterno. Y cómo nos unió aquello...En el ambiente general, el estadio, el vestuario, el club y la ciudad este será siempre un punto de inflexión: el momento en el que malaguistas que amaban a su equipo del alma dejaban claro al mundo entero que, por encima de las tablas de clasificaciones y los éxitos objetivos, hay cosas que tienen mayor importancia, como el sentimiento de pertenencia, el valor de una historia común, o principios como el amor incondicional y el esfuerzo en contraposición al yugo de los resultados, cuando unos profesionales se dejan su vida para defender los sentimientos de personas unidas por un escudo, por una bandera. Por unos colores que representan orgullo, coraje y corazón.
La temporada que se presentaba al no lograr el deseado ascenso tenía tantos alicientes como dificultades. Alicientes nacidos de la emoción y dificultades que no iban a ser sino un estímulo al servicio de nuestro potencial, sin otro horizonte que el siguiente partido. Y, una vez más, los de siempre no fallaron: casi 20.000 abonados en esta segunda temporada consecutiva en la Liga Smartbank; ilusión, ánimo y respeto por los técnicos y jugadores que afrontamos este reto, diferente, pero de tanta o mayor dificultad que el de la temporada anterior. Esos jugadores y este grupo de técnicos han formado, una vez más, una familia de la que estar orgulloso; un grupo de gladiadores que han tenido que luchar en las condiciones más difíciles y en inferioridad con respecto al resto de equipos, en cada jornada, como auténticos guerreros, sin excusas, sin justificaciones, con aceptación y dando todo lo que tenían dentro. Gracias, de corazón, públicamente, a estos enormes profesionales, del primer equipo y del At. Malagueño (y algún juvenil), que desde el primero hasta nuestro último día han participado en entrenamientos y partidos.
Al contrario que en despedidas anteriores, en otros equipos, no voy a hablar de marcha. El 12 de enero nació un malagueño que se quiere quedar aquí, en su tierra. Cada vez que en este oficio de entrenador (que, como el feriante, va de ciudad en ciudad buscando su lugar, su trabajo) he salido de un proyecto en el que he estado inmerso en cuerpo y alma un tiempo determinado, yo, particularmente, siempre he sentido la necesidad de volver a casa. Quizás por regresar a lugares comunes de la infancia, por la familia o por una persona amada que, como me ocurría a mí, me esperaba para seguir con nuestra vida, la necesidad de salir corriendo de donde estaba era siempre capital. Pasaba de estar a gusto en una ciudad a tener la sensación de que ya no pintaba nada allí; un proceso de adaptación atómico, desproporcionado, de un segundo a otro. Siempre he sentido lo mismo. Hoy, después de este 12 de enero, no puedo decir eso.
No me quiero marchar de aquí. Soy feliz en esta tierra. Los que me quieren lo comprenden. Siempre habrá espacio y tiempo para una visita a Madrid para ver a la gente a la que amo o una invitación para que "bajen" al paraíso conmigo por unos días; ese niño nacido el 12 de enero se queda en Málaga, con su carnet del Málaga CF y su etiqueta de malagueño (si me lo permites, por supuesto). Y eso que no soy muy de etiquetas. Pienso que todo lo que sea identificarse con algo impide poder sentir, potencialmente, el resto de cosas relacionadas con todo aquello que podemos llegar a sentir. Pero aquí hago una excepción: yo me siento malagueño y malaguista, no sé si lo puedes entender...
Hoy se cierra una página de mi pequeña historia personal asociada a un club al que amo, el Málaga CF; el idilio, sin embargo, con esta tierra, solo acaba de empezar. Para el malaguista, ánimo. Hoy cuenta con una garganta más para animar en el estadio; para el malagueño, saludos. Un forastero pide permiso para formar parte de las gentes que habitan este maravilloso lugar; y para el Málaga CF, ¡vamos, joder! Tarde o temprano, vamos a volver y, si somos humildes y guardamos esto en la memoria, disfrutaremos más de los momentos buenos que lleguen y de los éxitos que se alcancen (porque se van a alcanzar, no te quepa la menor duda) pues ahora, en estos años, estando en el infierno, nos hemos dado cuenta de que lo importante, por encima de los resultados, es el proceso que compartimos el conjunto de seres humanos que sujetamos este sentimiento. Disfruta del momento, compañero. Da igual la categoría. Somos unos privilegiados: vamos cada dos semanas a ver al Málaga a La Rosaleda. Así que no vayamos a desfallecer ahora, pues ahora es cuando más nos necesita. Un poquito más, vamos, dale...Ahora y siempre, ¡te quiero, Málaga!.
No hay comentarios