Sobre el verde, la igualdad gobernó en los primeros compases del juego, aunque el cuadro leonés estuvo muy cerca de estrenar el electrónico en el 8’. Agus Medina adelantó a los suyos en una extraña carambola dibujada en el corazón del área pequeña, pero el VAR aclaró al colegiado que el atacante visitante remató con la mano y este anuló la jugada.
Esta acción espoleó a los blanquiazules que buscaron el 1-0 con insistencia. Lo de Mel, sin prisa pero sin pausa, maduraban una y otra vez jugadas que finalizaban, en su mayoría, en las inmediaciones del marco contrario. La ocasión más clara, sin duda, aconteció en el 38’ de juego. El cancerbero Makaridze derribó al malaguista Haitam en el área de castigo con un manotazo en el rostro, aconteciendo el consecuente penalti. Rubén Castro, especialista más que contrastado desde los once metros, envió su disparo a la cepa del palo derecho. Sin embargo, ante la sorpresa de todos los presentes, el guardameta visitante adivinó la intención y detuvo la pena máxima. Finalmente, con el 0-0 inicial se llegó al descanso.
La segunda arrancó con los dos conjuntos bien plantadla sobre el campo, pero los malaguistas, poco a poco, volvieron a ganar metros para frecuentar con peligro el área rival. Afortunadamente para los intereses locales, se cumplió aquello de tanto va el cántaro a la fuente… que llegó el gol.
A la salida de un córner, botado con veneno por Fran Villalba, el exmalaguista Erik Morán introdujo el balón en su propia portería. La presión de Escassi y el efecto del cuero forzaron el error del zaguero (1-0, 58’).
El 1-0 insufló de energía a La Rosaleda que ansiaba calmar su hambre de gol y cerca estuvo Hervías de complacerla en el 67’ con un gran lanzamiento desde la frontal en un golpe franco directo. El disparo, con buena potencia y altura, se marchó a muy poca distancia del poste izquierdo.
El extraordinario ambiente de la grada contribuyó a que el Málaga CF mandase sobre el campo son solvencia, sin pasar muchos apuros, hasta el final del encuentro. El 1-0 se convirtió en definitivo con los tres pitidos del colegiado ante el júbilo de la grada. Tres puntos de sutura que contienen a un Málaga CF que goza de más fuerza que nunca.
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