
Ubicado en el seno de la pintoresca comarca de Antequera, el municipio se despliega sobre un terreno mayormente llano, únicamente interrumpido por la impresionante presencia de la Sierra de Mollina. Este rincón de ensueño está adornado con campos de cereales, olivares y viñedos que otorgan al paisaje un encanto incomparable, lleno de colores y aromas cautivadores.
Con una historia que se remonta al neolítico, los primeros pobladores encontraron su hogar en las cuevas cercanas a la Sierra de la Camorra. Durante la época romana, este lugar destacó con monumentos como el Mausoleo en el Cortijo de la Capuchina y el imponente Castillo del Capiruzón. En el siglo XVI, Mollina floreció como un próspero centro olivarero, mientras que en el XIX logró independizarse de Antequera y se convirtió en un crisol de movimientos obreros. En la segunda mitad del siglo XX, enfrentó una época de emigración, pero también de renacimiento económico, destacando en la producción vinícola.
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