“La realidad es que a mí me encanta estar dentro de las cuatro líneas, pero también sé que es una vida de mucho sacrificio. Escuchando una entrevista del portugués que está en el Pandero, Gabriel Ferreira, me quedó guardada una frase: para ser un gran entrenador a cambio se es un mal padre, un mal marido y entonces eso muchas veces te pierde. Cuando a uno le gusta lo que hace muchas veces la carga no es tan pesada. Yo necesito aprender mucho antes de poder coger un equipo del nivel del Málaga. Estoy dispuesto a aprender, ya sea de segundo o tercero con el filial”.
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