Hace justo un año nos dejó una persona capital en el devenir histórico de la entidad de Martiricos. Su nombre, Joaquín Peiró. El galgo del metropolitano, una leyenda como jugador, llegaba a Málaga como entrenador en la temporada 98/99.
No fueron fáciles los inicios del madrileño en Málaga. El equipo venía de ascender a Segunda División con otro técnico que no continuó en el cargo, Ismael Díaz. El entonces presidente, Fernando Puche, confió en un Peiró que contaba con una amplia trayectoria a sus espaldas avalado por una buena campaña anterior en Badajoz, también en la división de plata.
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