En el momento de la actuación que definirá para siempre su carrera, Bastian Schweinsteiger era un mediocampista central duro, inteligente y hábil. El mediocampista, si no el capitán, del equipo de Alemania que ganó la Copa del Mundo en Río en 2014.
Junto con el gol ganador de Mario Götze, las imágenes de Schweinsteiger, sangrando por un corte justo debajo de su ojo, impulsando física y técnicamente a su equipo son las que han permanecido más tiempo en la memoria colectiva. El futbolista anuncia que se retira al final de la temporada, lo deja.
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